Por otro lado, el vino además de constituir un elemento básico de la identidad argentina, “genera actividades relacionadas que inciden en las economías regionales, como el turismo, la gastronomía, la hotelería, la metalmecánica, la generación de otras industrias conexas y actividades de servicios”.
En el ránking mundial de consumo de vino, Argentina ocupa el séptimo lugar de consumo, con unos 30 litros anuales por persona. Además, es un importante productor de esta bebida.
UN VINO CON HISTORIA
El ministro de Agricultura de Argentina, Julián Domínguez, subrayó que “con más de cinco siglos de historia, nuestra vitivinicultura reúne la tradición de los inmigrantes europeos junto a los saberes de los pueblos originarios”.
Cabe resaltar que el país destina más de 226.000 hectáreas para el cultivo de uvas. El cepaje tinto Malbec es el más cultivado y el más característico de Argentina. También se cultivan el Torrontés, Bonarda, Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot, Tempranillo, Chardonnay y Sauvignon Blanc, entre otros.
ELEVADAS VENTAS
Las ventas de vino argentino alcanzaron este año los 10.500 millones de pesos, es decir, 2.631 millones de dólares. Julián Domínguez, informó que “el volumen total comercializado fue de 1.310 millones de litros”, de los cuales el 79% se vendió en el mercado interno y el 21% en el exterior.
“Tenemos grandes compradores en el escenario internacional que irán incrementando los porcentajes de ingresos de divisas para nuestro país. India, China y diferentes regiones de Asia y Medio Oriente se han convertido en nuevos mercados que requieren de productos premium, y nuestro vino es un gran competidor en esa categoría”, destacó.
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